martes, 12 de marzo de 2019

La Filosofía y su Vivencia


¡Bienvenidos a "La Filosofía y su Vivencia"!

   Mi nombre es Juan Pablo Cantarelli, soy profesor de filosofía y utilizo esta herramienta web a modo de "Cátedra Abierta" para brindar a mis alumnos y a toda persona que lo desee, el material que utilizo en las diferentes cátedras en que me desempeño sumado a otros recursos que considero valiosos para recomendar.

  En la barra de navegación lateral pueden encontrar los enlaces correspondientes a las diferentes cátedras y a las otras secciones que pueden resultar de interés. Cabe destacar que todas las entradas del blog tienen habilitada la posibilidad de que se dejen comentarios ya que considero que siempre que se realice en el marco del respeto, todo aporte puede ser enriquecedor.

  A modo de bienvenida, de explicación del título del blog y como propuesta de introducción a todos los estudios humanísticos que se conglomeran en estas cátedras abiertas, presento un texto introductorio que considero sumamente importante para todo el que se propone adentrarse en este tipo de estudios... 

 ...Al igual que lo hiciera el gran profesor de filosofía Manuel García Morente, iniciamos este espacio de reflexión recordando la importancia de que la filosofía, más que cualquier otra ciencia, necesita ser "vivida"...


LA FILOSOFÍA Y SU VIVENCIA


  Vamos a iniciar el curso de introducción a la filosofía planteando e intentando resolver algunas de las cuestiones principales de esta disciplina. Ustedes vienen a estas aulas y yo a ellas también, para hacer juntos algo. ¿Qué es lo que vamos a hacer juntos? Lo dice el tema: vamos a hacer filosofía. La filosofía es, por de pronto, algo que el hombre hace, que el hombre ha hecho. Lo primero que debemos intentar, pues, es definir ese «hacer» que llamamos filosofía. Deberemos por lo menos dar un concepto general de la filosofía, y quizá fuese la incumbencia de esta lección primera la de explicar y exponer qué es la filosofía. Pero esto es imposible. Es absolutamente imposible decir de antemano qué es cabalmente la filosofía. No se puede comprender del todo la filosofía antes de hacerla; como no se puede comprender en general ninguna ciencia, ni ninguna disciplina, antes de entrar directamente en el trabajo de hacerla. Una ciencia, una disciplina, un «hacer» humano cualquiera, recibe su concepto claro, su noción precisa, cuando ya el hombre ha dominado ese hacer. Por lo tanto, sólo sabrán ustedes qué es la filosofía cuando sean realmente filósofos. Por consiguiente, no puedo decirles lo que es la filosofía. Filosofía es lo que vamos a hacer ahora juntos, durante este curso en este lugar. ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que la filosofía, más que ninguna otra disciplina, necesita ser vivida. Necesitamos tener de ella una «vivencia». La palabra vivencia ha sido introducida en el vocabulario español por los escritores de la Revista de Occidente, como traducción de la palabra alemana «Erlebnis». Vivencia significa lo que tenemos realmente en nuestro ser psíquico; lo que real y verdaderamente estamos sintiendo, teniendo, en la plenitud de la palabra «tener». Voy a dar un ejemplo para que comprendan bien lo que es la «vivencia». El ejemplo no es mío, es de Bergson. Una persona puede estudiar minuciosamente el plano de París; estudiarlo muy bien; notar uno por uno los diferentes nombres de las calles y estudiar sus direcciones; luego puede estudiar los monumentos que hay en cada calle; puede estudiar los planos de esos monumentos; puede repasar las series de las fotografías del Museo del Louvre, una por una. Después de haber estudiado el plano y los monumentos, puede este hombre procurarse una visión de las perspectivas de París, mediante una serie de fotografías tomadas de múltiples puntos de vista. Puede llegar de esa manera a tener una idea regularmente clara, muy clara, clarísima, detalladísima de París. Esta idea podrá ir perfeccionándose cada vez más, conforme los estudios de este hombre sean cada vez más minuciosos; pero siempre será una mera idea. En cambio, veinte minutos de paseo a pie por París, son una vivencia. Entre veinte minutos de paseo a pie por una calle de París y la más larga y minuciosa colección de fotografías, hay un abismo. La una es una mera idea, una representación, un concepto, una elaboración intelectual; mientras que la otra es ponerse uno realmente en presencia del objeto, esto es: vivirlo, vivir con él; tenerlo propia y realmente en la vida; no el concepto que lo substituya; no la fotografía que lo substituya; no el plano, no el esquema que lo substituya, sino él mismo.
Pues bien, lo que nosotros vamos a intentar hacer es vivir la filosofía. Para vivirla es indispensable entrar en ella como se entra en una selva; entrar en ella a explorarla. En esta primera exploración, evidentemente no viviremos la totalidad de ese territorio que se llama filosofía. Pasearemos por algunas de sus avenidas; entraremos en algunos de sus claros y de sus bosques; viviremos realmente algunas de sus cuestiones, pero otras ni siquiera sabremos que existen quizá. Podremos de esas otras o de la totalidad del territorio filosófico, tener alguna idea, algún esquema, como cuando preparamos algún viaje tenemos de antemano una idea o un esquema leyendo el Baedeker previamente. Pero vivir, vivir la realidad filosófica, es algo que no podremos hacer más que en un cierto número de cuestiones y desde ciertos puntos de vista. Cuando pasen años y sean ustedes viajeros del continente filosófico, más avezados y más viejos, sus vivencias filosóficas serán más abundantes, y entonces podrán ustedes tener una idea cada vez más clara, una definición o concepto cada vez más claro, de la filosofía. De vez en cuando, en estos viajes nuestros, en esta peregrinación nuestra por el territorio de la filosofía, podremos detenemos y hacer balance, hacer recuento de conjunto de las experiencias, de las vivencias que hayamos tenido; y entonces podremos formular alguna definición general de la filosofía, basadas en esas auténticas vivencias que hayamos tenido hasta entonces. Esa definición entonces tendrá sentido, estará llena de sentido, porque habrá dentro de ella vivencias personales nuestras. En cambio una definición que se dé de la filosofía, antes de haberla vivido, no puede tener sentido, resultará ininteligible. Parecerá acaso inteligible en sus términos; estará compuesta de palabras que ofrecen un sentido; pero ese sentido no estará lleno de la vivencia real. No tendrá para nosotros esas resonancias largas de algo que hemos estado mucho tiempo viviendo y meditando.


GARCÍA MORENTE, Manuel. Lecciones preliminares de filosofía. Ed. Porruá. México. 1980. pág. 4.



1 comentario:

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